Criar juntos. ¿Hay equipo?

Cuando como pareja comenzamos a pensar en tener un hijo, empezamos a intercambiar y acordar temas relacionados con esa nueva personita que ya ocupa un lugar en su fantasía. Desde elegir el nombre, el color de la habitación hasta cómo se repartirá el cuidado o el trabajo doméstico . 

Comenzamos a interactuar entonces como dos adultos coordinados (o no) compartiendo responsabilidad y participación en la tarea de criar hijos juntos. 

Es decir, nuestros hijos no están incluidos en la toma de estas decisiones pero los afectan directamente.  Y aquí quiero hacer una acotación importante: esto no va en contra de la disciplina positiva cuyos mayores lineamientos tienen que ver con la comprensión, la escucha, llegar a acuerdos, respetar pautas y responsabilizarse de las decisiones a nuestros hijos. De lo que les estoy hablando es de algo previo, me refiero a la decisión como padres de aplicar la disciplina positiva y no el modelo del miedo y el castigo, por ejemplo.

Estos acuerdos, entonces, comienzan previo al nacimiento y es una relación que podríamos decir que no tiene fin, a diferencia de la relación de pareja que podría terminarse. Una pareja que se separa deberá encontrar la manera de seguir compartiendo la crianza y, en muchas ocasiones, no sólo incluye a los padres, sino también a abuelos y/o cuidadores que comparten tiempo con nuestros hijos.

Esta relación de crianza compartida cambiará de expresión e intensidad a lo largo de los diferentes ciclos vitales tanto de la familia como de nuestros hijos. No será igual, ni nuestra implicación ni nuestra participación, cuando nuestro hijo es un bebé, un adolescente, un joven o un adulto.

Los niños  pueden adaptarse a pequeñas diferencias de criterio entre sus cuidadores: suelen saber que a mami le molesta que salte en el sofá  y que papá no soporta que deje los zapatos en cualquier sitio. Pero cuando un progenitor dice una cosa y el otro la sabotea, o cuando las diferencias son muy marcadas, continuas y generalizadas, nuestros hijos reciben mensajes contradictorios y no encuentran referencias claras a seguir. “¿A quién le pido permiso?, ¿a quién se lo cuento?, en definitiva: ¿a quién le hago caso?

Lograr acuerdos en la crianza conlleva retos no siempre fáciles de superar. En ocasiones, deja atrás altos niveles de estrés parental (del que les hablé aquí: https://tiendabebemadrid.es/sindrome-de-agotamiento-parental/ ) o niños desorientados y atrapados en las redes de cuidadores que no logran consolidar una alianza. 

Lograr estos acuerdos es un tema que se suele dar por sentado en una pareja pero muchas veces requiere ceder, priorizar, hablar, repensar, acordar y volver a reajustar. Como en muchas otras circunstancias de la vida familiar, los padres aquí también somos ejemplo. En este caso nuestros hijos nos verán llegar a acuerdos, respetar reglas y también resolver conflictos.

Es un tema muy amplio y con muchísimas variables, que iré desarrollando en diferentes post. Algunas de ellas incluyen:

  • Los estilos de crianza de nuestras familias de origen
  • La relación interparenta
  • Ciclos vitales de sus miembros y de la familia
  • Estilos de resolución de conflictos
  • Los problemas de conducta en los hijos
  • Criar con parejas de un contexto sociocultural diferente y/o de creencias distintas
  • Criar en un contexto sociocultural diferente al conocido, entre otros

Mas allá de todos estos factores, criar juntos es una tarea maravillosa que muchas veces implica tomar la iniciativa, otras proponer, otras ceder… Siempre escuchar y hablar mucho cuando no hay acuerdo a la primera. Lo más importante es…. que haya equipo!


Cory Márquez

Psicóloga, articulista. especializada en infanto-juvenil


Foto de portada: de Marcos Paulo Prado en Unsplash

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